16 de julio de 2014

Cada año espero asistir a la conferencia de educación en el hogar de NCHE en Winston-Salem. De todo el estado llegamos constantemente, construyéndonos como una marea creciente. Durante tres días, nosotros, los educadores en el hogar, llegamos a la ciudad por miles, empujando cochecitos, sacando bolsos, empacando y examinando los puestos de los vendedores. Si no tengo cuidado, puedo encontrarme a la deriva sin rumbo sobre el mar de planes de estudio, ahogándome en las olas de posibilidades. ¡Mira el nuevo y brillante libro de ciencia que siempre quise probar! ¡Oh, esa es la serie de rasgos de carácter que a mi mejor amigo le entusiasmaba! Y por ahí: ¡el programa de fonética que solucionará todos mis problemas! Quédate quieto, corazón mío: es la empresa que tiene los estudios unitarios perfectos con todo lo que necesitas, ¡todo en una sola caja!

Entonces esa pequeña y apacible voz de la razón (o tal vez sea la chequera) habla: "Mantenlo simple". No me malinterpretes; Estoy muy agradecido por todas las opciones que tengo para educar a mis hijos en el hogar. He escuchado muchas historias de pioneros de la educación en el hogar que incluían: "Cuando comenzamos a enseñar a nuestros hijos en casa, apenas éramos capaces de convencerlos". uno ¡Compañía para vendernos libros escolares! Pero en nuestro afán por brindar a nuestros hijos la mejor educación, a menudo caemos en la trampa de una más nuevo y mejor mentalidad. Este pensamiento no sólo es costoso, sino que se convierte en un enredo. De repente me siento presionado a usar este programa, leer ese libro o probar este método porque pagué por ello. Esa presión aumenta a medida que presiono a mis hijos para que terminen cada lección, completen cada hoja de trabajo y lean cada página. ¿Los resultados? Nos roba la alegría, desanima a nuestros hijos y frustra a nuestros maridos.

¿Puedo animarte a vivir en la libertad de la simplicidad? Deje que esa idea inunde su alma cansada como una suave lluvia de verano, trayendo una esperanza refrescante. ¡Siéntete contento con lo que tienes, mantén las cosas simples y disfruta de este increíble viaje llamado educación en el hogar!

 

Amanda y su esposo, Wes, se han casado treinta años y han educado en casa a sus cuatro hijos. ¡Actualmente tienen tres graduados de educación en el hogar y falta uno más! Amanda es oradora habitual de conferencias, escritora colaboradora de la revista GREENHOUSE, bloguera ocasional y, en la mayoría de los casos, una madre y esposa que educa en casa con regularidad. En su tiempo libre, se la puede encontrar leyendo ficción histórica y frecuentando los cafés locales para tomar un buen espresso. Amanda y su familia viven, aman y viven juntos en Franklinton, Carolina del Norte.

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