En un mundo que se mueve a gran velocidad, es fácil olvidar que los niños siguen siendo niños. Sus necesidades no han cambiado: necesitan tiempo para explorar y experimentar con el mundo real que los rodea, para absorber la vida a través de todos sus sentidos, para procesar sus pensamientos a su propio ritmo. Todos estos son cruciales para sentar una base firme para la educación superior, pero esto requiere tiempo. Aprende por qué esto es tan importante y cómo proteger y defender la infancia de tus hijos.

Durenda Wilson y su esposo, Darryl, han estado casados por veintiocho años. Son padres de ocho hijos y abuelos de cuatro. Después de veinte años de educación en el hogar (cinco se graduaron), Durenda sabe que la educación en el hogar es una bendición increíble, pero solo si no dejas que te mantenga como rehén de expectativas innecesarias. Una de sus cosas favoritas para hacer es ayudar a los padres a reducir la velocidad, pensando fuera de la caja para que puedan educar en el hogar con confianza y en un estilo de vida que se adapte perfectamente a sus familias. Ella comparte algo de la claridad que viene con la experiencia y, a veces, aprender las cosas de la manera más difícil. La educación en el hogar puede ser exigente, desordenada, asombrosa, intensa y maravillosa, todo dentro de los treinta segundos de un día determinado. Durenda alienta a los padres a tomarse el tiempo para descubrir qué es lo que realmente funciona para ellos, dejar de lado los estándares autodirigidos y aprender a educar en el hogar desde un lugar de paz.

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