Cambio: tanto si lo amas como si lo odias, el cambio es inevitable.

¡A veces el cambio es bueno! Vemos una metamorfosis radiante, o un nuevo crecimiento, fruto y cosecha abundante. Otras veces el cambio es perjudicial. Hay marchitamiento, decadencia o destrucción.

Recientemente, nuestra familia ayudó a quitar un árbol. Era grande y sus ramas estaban cargadas de gruesas hojas verdes. Desde el exterior, el árbol parecía fuerte y saludable. Incluso estaba por encima de muchos de los otros árboles a su alrededor. Pero cuando lo cortamos, nos sorprendió descubrir que este hermoso árbol estaba casi completamente hueco. Había sido devorado por las termitas desde dentro.

Esta fue una excelente representación visual y un recordatorio de cómo los hábitos cotidianos, si no se controlan, pueden eliminar rápidamente décadas de crecimiento. Las cosas que tardaron años en construirse aún pueden parecer normales en el exterior, pero si miramos más profundamente, veremos que en realidad nos estamos deteriorando debido a un ataque desde adentro.

En el aula de educación en el hogar, estos problemas a menudo se ven así:

  • una falta de consideración por las rutinas o los horarios (interno) se manifiesta como holgazanear o actuar de forma ruidosa (externo),
  • una falta de respeto hacia los demás (hacia adentro) se manifiesta como gritos, lloriqueos o quejas (hacia afuera)
  • una falta de atención a nuestros estudios (hacia adentro) se manifiesta como apatía, pereza o evitación (hacia afuera).

A medida que llegamos al verano y la escuela se ralentiza un poco, ahora es un buen momento para dar un paso atrás y evaluar si algún hábito no deseado se ha infiltrado en nuestros hogares. Hable con sus hijos. Haz preguntas difíciles. Sea honesto con sus hijos acerca de cómo está trabajando en su malos hábitos. Juntas, las familias pueden remodelar los hábitos, eliminar los elementos que obstaculizan nuestro crecimiento y comenzar a florecer donde éramos débiles.

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