por Matthew McDill, agosto de 2021

Algunos de mis momentos favoritos como padre son cuando me siento con mis hijos adolescentes, disfruto de un café y una conversación de la vida real. Hablamos de la escuela, el trabajo, las relaciones, la fe, la Biblia, el mundo, la filosofía, la política y cualquier otra cosa que tengan en mente. No hay nada más gratificante que ver crecer, saciarse y seguir creciendo su hambre espiritual e intelectual. Por supuesto, este viaje comenzó mucho antes de que fueran adolescentes. Enseñamos a nuestros pequeños verdades básicas sobre Dios y la Biblia. Les enseñamos acerca de la creación, la caída, la salvación en Cristo y el juicio venidero. Explicamos cómo estas verdades básicas impactan cada aspecto de la vida.

Muchos padres eligen educar en casa por esta misma razón: para enseñar su fe y valores a sus hijos. Este objetivo tiene sentido desde una perspectiva bíblica porque a los padres se les da explícitamente la responsabilidad de transmitir la fe y el amor a Dios (Deuteronomio 6:4-9; Efesios 6:4). Este objetivo tiene sentido desde una perspectiva constitucional y legal debido a los principios de libertad religiosa y patria potestad. Desafortunadamente, muchos padres han abdicado completamente de esta responsabilidad a la iglesia o al sistema escolar. Y el sistema de escuelas públicas parece estar feliz de quitarles esta responsabilidad a los padres. La educación en el hogar es un excelente camino para aceptar y cumplir la responsabilidad de los padres de transmitir la fe y los valores a nuestros hijos. Quiero explorar tres razones por las que esto es cierto.

La preparación para la vida requiere más que conocimientos.

Cuando estaba en la escuela pública en Beaverton, Oregón, mi mamá nos hacía regresar temprano de la escuela todos los jueves. Durante ese tiempo, tuvimos lo que ella llamó “clase de sabiduría”. Ella sabía que estábamos adquiriendo algún conocimiento en la escuela, pero también sabía que no estábamos adquiriendo suficiente sabiduría allí. 

Saber cosas no es lo más importante de nosotros. El conocimiento es sin duda importante y necesario, pero hay más. Cuando usamos el conocimiento correctamente, se llama sabiduría. Tenemos ejemplos históricos de algunas personas brillantes y muy bien educadas que también eran terriblemente malvadas. La pregunta es: ¿Qué harán nuestros hijos con sus conocimientos? La respuesta a esta pregunta proviene de sus valores y carácter. En la educación en el hogar, tenemos la libertad de enseñar contenido que va mucho más allá del conocimiento. Podemos pasar cantidades significativas de tiempo enfocándonos en la fe, los valores y la formación del carácter.

La educación tiene sus raíces en la cosmovisión.

¿De dónde vienen el mundo y la humanidad? ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Qué es correcto e incorrecto? ¿Qué sucede después de que morimos? Las respuestas a estas preguntas son la base de cómo entendemos el mundo. Todo lo que aprendemos y recibimos como verdadero tiene implicaciones en la cosmovisión. Nuestro sistema de valores y las decisiones que tomamos a lo largo de la vida se basan en nuestra cosmovisión. Por lo tanto, debemos reconocer que los niños no solo están recibiendo información en la escuela sino toda una perspectiva y filosofía de vida. Muchos padres eligen educar en el hogar hoy porque se ha hecho evidente que la visión del mundo que se enseña en la escuela pública socava directamente la fe y los valores de su familia. Algunas áreas de estudio que se ven más afectadas por la cosmovisión incluyen la ciencia, la historia, los estudios sociales y la educación sexual. La educación en el hogar brinda la oportunidad para que los padres enseñen cada materia desde una perspectiva que apoye su fe y sus valores. 

El discipulado se basa en el tiempo y la relación.

El discipulado es ayudar a otros a seguir a Jesucristo. El objetivo no es lavarles el cerebro a nuestros hijos, sino guiarlos para que hagan su propia elección personal de creer y seguir a Cristo. El discipulado no proviene de la disciplina o principalmente de dar información; proviene de vivir la vida real con nuestros hijos. Un padre que quiere ayudar a sus hijos a seguir a Cristo pasará tiempo con ellos y desarrollará relaciones sólidas con ellos. El discipulado eficaz tiene lugar en el contexto de relaciones abiertas y de confianza. La educación en el hogar proporciona un contexto maravilloso en el cual desarrollar esas relaciones mientras las familias comen juntas, juegan juntas, aprenden juntas y exploran y discuten la vida juntas. 

Estamos muy agradecidos por la oportunidad de transmitir la fe y los valores a nuestros hijos a través de la educación en el hogar. Si este es su objetivo, aproveche estos recursos que lo equiparán para hacerlo. 

Seminario web sobre discipulado en el hogar

Publicaciones del blog de NCHE sobre el discipulado

es_PREspañol de Puerto Rico